jueves, 7 de abril de 2022

Insondable: De profundis clamo ad Te, Domine

 


Bueno, pues ayer jugamos a Insondable, y os explico un poco...

Si ja habéis jugado a Galáctica, poco hay que contar. Se trata de una versión condensada del famoso juego de roles ocultos pero vestida con la ambientación y el “lore” Lovecraft. En mi opinión optimiza Galáctica simplificando algunas cosas, pero manteniendo mecánicas y estilo. Es cuestión de tema escoger uno u otro, son grandes juegos los dos...

Esta vez, un grupo de humanos quiere llegar a puerto en el barco Atlantic, y entre ellos hay un Híbrido (mutante entre humano y profundo) que lo que quiere es impedirlo. También oculto, hay un Sectario que quiere también impedir que el barco llegue, pero si puede ser desatando el mal cuando esté cerca de la costa (al parecer el sectario no nada muy bien). El resto de jugadores son humanos, buenos, inocentes y tiernos humanos. El drama está servido.

Según la opinión general a poco que se esfuerce el Híbrido, conseguir que el barco llegue a puerto, es bastante difícil para los humanos. Los humanos deben evitar que el barco se dañe y repararlo, que los recursos no se agoten, aniquilar y detener las hordas de profundos, solucionar los problemas de eventos, y neutralizar a los infiltrados (Híbrido y Sectario). Y eso si hace buen tiempo.  En cambio, la pareja maligna casi sólo tiene que esperar a que los humanos fallen en alguna de las cosas y darles el empujoncito final.

 

Así que, como excepción (le tengo mucho cariño a los humanos, al parecer mi madre lo era), os explico que hice como Híbrido para ganar la partida.

Me tocó Híbrido en la primera ronda, de profesión iniciado místico (para licenciarte como místico no importa que tengas escamas) e hice un Máster de guardián del libro Arcano (me tocó ese rol) o sea que se me mojaron las branquias de puro gusto sólo con empezar así. Lo vi claro al principio, en una partida con 4 jugadores, sólo con no hacer lo que deberías, no hace falta meter cizaña, deja pasar el tiempo en el bar del barco y el equipo se quedará cojo, como el palomo.

Nadie se dio cuenta de que no utilicé nunca mi habilidad de personaje (repetir la acción de cada carta de saber que usase). No se percataron de que no lancé ningún hechizo del libro Arcano (los metía todos tranquilamente bajo el mazo después de mirarlos -este malo...este también... y este...).  El único que usé restó precisamente combustible, nuestro recurso más escaso, pero todos lo asumieron como una cosa natural. Nunca maté a ningún profundo, a pesar de que muchas de mis cartas los mataban a distancia y con bonificación, y nadie se dio cuenta (y mira que hubo escenas con más hostias que en el cumpleaños de Paul Hogan). Pues yo ahí. Quieto parao. Nunca ayudé en ningún reto de habilidad, no ponía cartas aduciendo que no tenía (alguna vez era cierto), aunque adquirí una nueva habilidad y cogía cartas de esa, nadie pareció recordar que la tenía. Incluso una vez sumé negativamente (por un error mío genuino) y tampoco me metieron en el calabozo. 

 

Tenedlo claro, a veces no hace falta ser activamente perverso, basta con ser un poco pasivo y esperar, esperar… eso sí, vigilándolos como el chino cuando entras en su tienda.

Un poco más tarde, fue cuando el capitán del barco observó que si yo fuese Híbrido en mi siguiente turno podía hundir el barco desatando el ritual. Entonces, en combinación con un evento, me encerró en el calabozo. Buena jugada, pero tardía. Los humanos estaban más nerviosos que un gremlin en un bautizo.

Por un error mío en el dominio de las reglas como jugador, me mostré como Híbrido estando en el calabozo, cosa que al parecer impide mi acción especial de malo maloso, pero ya no importaba, hacía rato que a nuestra mesa de cuatro patas le faltaba una, y la partida ya estaba desequilibrada. Apuré el gintónic y le di un empujón al último barril de combustible, hundiéndolo en el océano. El barco quedo inmóvil. Aquí me perdieron el cariño y me borraron del tuenti...

 

En cuestión de minutos, los gritos humanos y los sonidos guturales de profundos se mezclaron en una horrísona sinfonía que poco a poco se fue silenciando y desapareció bajo el agua junto a todo rastro del barco. Pobrecicos. Sufrieron como en un tanatorio gitano.

Mis escamas agradecieron la frescura del agua al descender.

Que silencio tan hermoso el de las profundidades.

Que fría y majestuosa oscuridad.

Extendí mis manos palmeadas y abrí mis branquias para entonar feliz en mi lengua:

¡Iä! Iä! Cthulhu fhtagn!

Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R' lyeh wgah-nagl fhtagn!

Hasta la próxima!

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